
Esa sensación era unexplicable, una cosa tan rara para ella que no podía hacer otra cosa que mirar la ventana y contemplar la ciudad mientras pensaba lo hermosa que era y lo malo de que la historia no fuese real.
Ella quería pertenecer a un cuento, ella se creía en un
cuento que en algún momento de la vida iba a comenzar a desarrollarse; algún
día estaría rodeada de gente con quien se sintiese verdaderamente cómoda para que su historia empezara a progresar
Eso pensaba Martina, más bien soñaba, con tan solo nueve años.
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La imaginación es la loca de la casa, jeje ella nos mantiene alertas y nos dibuja soles donde solo hay oscuridad.
ResponderEliminarBueno aqui va mi empujoncillo, jeje
Te espero en saborescompartidos.
un besote
Lo mejor para ustedes dos...
ResponderEliminarOjala te sigas sintiendo una princesa mucho tiempo.